08 julio, 2012

Me mudo

Este blog cambia de dirección, se traslada. Hace apenas seis meses que me instalé aquí a desgranar palabras, a comentar aspectos del lenguaje y ya me estoy cambiando de casa.

Agradezco al propietario de ¡Cuida esa lengua! su hospitalidad -qué más generoso que ceder una obra propia- porque su préstamo fue la forma de ponerme en marcha. Ahora que sé que me gusta salsear en esta nube que nos comunica me independizo porque, como él bien sabe, me gusta estrenar y me encantan los cambios.

Esta es mi nueva dirección: Al sur de la frontera, es la primera parte del título de un libro de Haruki Murakami que me gustó mucho: Al sur de la frontera, al oeste del sol. Espero seguir viéndoles por allí.

06 julio, 2012

Nada fashion

Si a ustedes les gusta el lenguaje, como a mi, sepan que no estamos de moda, que vamos a pasar a ser piezas de museo. En estos tiempos en los que todos hemos aprendido la dura lección de que aquí los que mandan son los mercados, los saberes que no demandan las empresas no son necesarios. ¿Y saben ustedes de muchas empresas que soliciten un filólogo? No, ¿verdad?

La ley de la oferta y la demanda se traslada a las universidades y estas se aprestan a cumplir y formar solo aquellos perfiles que piden los anuncios de trabajo (o "el uso productivo del conocimiento"). Pero ¿no son las universidades centros de difusión del conocimiento? Parece que no, que ahora son centros de formación de trabajadores. Y como, según un estudio de la Fundación BBVA, los graduados en Humanidades son quienes tienen menos probabilidades de encontrar empleo, la suerte está echada. Dejemos de perder el tiempo con estas carreras insensatas.

Estos datos y la crisis han llevado al Ministerio de Educación a plantearse eliminar las clases con menos de 50 alumnos, lo que afectaría sobre todo a la rama de filología.

Entiendo el principio de productividad y eso de aprender lo que haga falta para trabajar pero, qué quieren, es una pena. 

02 julio, 2012

Pardon my spanglish ¡porque because!


 
Bill Santiago es un comediante americano que ha descubierto un filón actuando en spanglish. Además acaba de  publicar un libro que está siendo un éxito de ventas con el hilarante título que encabeza este post y en el que uno puede encontrar "Todo lo que you ever wanted to know about Spanglish, pero estabas afraid to ask".

El fenómeno de las lenguas en contacto es fascinante. Vivo en el País Vasco, una zona donde las palabras en euskera y en castellano pasan de una lengua a otra sin mayor traba que la de ser entendidas por los hablantes. De hecho hay muchas palabras de las que los hablantes vascos (incluso los que no saben euskera) no son conscientes de que sean euskera y no castellano y solo se aperciben de ello cuando alguien de fuera no les entiende.

Recuerdo estar diciéndole a un niño en Jaca si se iba a subir a la txirristra sin que el pobre comprendiera a dónde pensaba yo que se iba a subir, pero es que yo jamás había dicho ni había oído decir en San Sebastián tobogán que sería el significado de txirristra, e incluso llegamos al punto de conjugar el verbo de acuerdo a la regla gramatical española y decimos txirristrarse y jamás bajar por el tobogán.

Bill Santiago explicaba en una entrevista que es que hay palabras que "no se pueden traducir", "que no quieren decir lo mismo", "¿cómo dice uno en inglés chanclas?". Los hablantes bilingües poseen un espacio mental en el que las dos lenguas se entremezclan y machihembran y en el que cuando están en un contexto en el que pueden hablar sin contención -en familia, entre amigos- los dos idiomas se mezclan en el momento de hablar y el hablante elige la palabra que mejor se ajusta a lo que quiere decir, sin pararse a pensar si es español o inglés, euskera o castellano.

Algunos pensarán que es un horror y una aberración, pero a mi me parece que los idiomas en contacto se enriquecen y que los hablantes bilingües (y los amantes bilingües) cuentan con un patrimonio lingüístico duplicado.