15 marzo, 2012

La ortografía importa


Este que tienen ustedes aquí es uno de los carteles de la campaña electoral del PSOE en Andalucía. Y sí, están ustedes viendo bien: Elije con jota.

El cartel lo habrán redactado publicistas varios, lo habrán corregido otros tantos, lo habrán presentado a gente del PSOE que habrá dado el visto bueno y que lo ha colgado en su página web... ¡Y nadie se ha dado cuenta!

Pues no, pero no todo está perdido, no se tiren de los pelos demasiado porque la buena noticia es que a alguien le ha saltado a la vista en Twenti y ha dado la voz de alarma. A partir de ahí podemos decir que al PSOE le crecen los enanos y que tienen un serio problema con la ortografía.

Señores políticos, la educación debería empezar por uno mismo y sí, la ortografía importa.

13 marzo, 2012

Un cruce de cables


No sé si ustedes recordarán un par de errores lingüísticos que fueron muy famosos cuando se produjeron. En su momento nos causaron gran hilaridad a pesar de que los que los cometieron sufrieron un “cruce de cables” que nos puede pasar a cualquiera. Pero los autores eran famosos, tenían un micrófono delante y el error fue objeto de chanza nacional.

Sofía Mazagatos era una incipiente modelo, una mujer muy guapa que se prodigaba en los saraos y que un aciago día dijo: "Me gustan los toreros que están en el candelabro". Sofía Mazagatos quería decir “…que están en el candelero”, que es una expresión que significa estar en primer plano, pero se le cruzaron los cables, le sonó raro eso de “candelero” y en su lugar dijo “candelabro”. La modelo después de la que se organizó se tomó unas largas vacaciones en Nueva York para evitar que cada vez que ponía un pie en la calle, alguien le mentara la ocurrencia.

Jesús Gil y Gil, el que fuera presidente del Atlético Madrid, hizo el siguiente comentario de un jugador: “Cierra las discotecas y sale con mujeres ostentóreas”. El ex alcalde marbellí quiso decir que las mujeres con las que alternaba el jugador eran espléndidas, deslumbrantes, llamativas… y le vino a la mente el adjetivo ostentosas, pero simultáneamente su cerebro le envió otro adjetivo también muy sonoro y de aspecto culto: estentóreas, que significa según el DRAE ‘muy fuertes, ruidosas o retumbantes’. Al señor Gil y Gil también se le cruzaron los cables y dio a luz, para choteo general, el híbrido ostentóreas.

En Gramática este “cruce de cables” se denomina precisamente cruce: “acción y efecto de cruzarse dos palabras o formas gramaticales generalmente sinónimas”, de suerte que se configura una nueva que reúne caracteres de ambas. Vamos, un lapsus.

10 marzo, 2012

Sorosoro


Salseando por Internet he encontrado una página muy interesante para los amantes de las lenguas. Se trata de www.sorosoro.org y está disponible en francés, inglés y español. Fue creada en 2008 por la Fundación Chirac y tiene el objetivo de preservar la diversidad lingüística; como dice el subtítulo de la página: “¡Para que las lenguas del mundo vivan!”.

Es este un tema con el que los franceses son muy sensibles, pues llevan años viendo cómo el francés pierde hablantes y sobre todo, influencia. Y algo no menos doloroso para ellos, cómo la ganan el inglés y el español.

“Sorosoro" es una palabra del araki que significa “aliento, palabra, lengua”. El araki es una lengua en peligro de extinción (si es que todavía está viva en estos momentos) que en 1999 era hablada por quince personas y en 2008, por ocho en una isla de la Polinesia.

Sorosoro.org ofrece información sobre cada una de las 6.000 lenguas que se hablan en el mundo y tiene una aplicación muy curiosa que las sitúa en un planisferio. Según los expertos, aproximadamente la mitad de esas lenguas, es decir, unas 3.000 están amenazadas de extinción.

En la web se ofrece también la posibilidad de escuchar testimonios grabados de las lenguas que se consideran en trance de desaparecer, un equipo de lingüistas se ocupa de viajar a los más recónditos rincones del planeta para recoger grabaciones de los ancianos del lugar.

Si disponen de cinco minutos utilícenlos dándose una vuelta por este mundo de lenguas.

08 marzo, 2012

En lengua materna

Hoy les voy a recomendar un libro. Confieso que me lancé a por él atraída por la portada. Nunca había oído hablar del autor ni sabía si la novela era una de espías, de aventuras o un auténtico tostón. Pero se titulaba "En lengua materna", y con ese título ¿cómo no sentirse atraída?

Leí la contraportada del libro y vi que al absoluto desconocido que era Chang-Rae Lee para mi, le comparaban con John Le Carré, un autor que me fascina. También decían que era una "primera novela", mal asunto pero no lo suficiente como para dejarlo, y describían al protagonista: "Henry Park tiene poco más de treinta años, es hijo de inmigrantes coreanos y ya no vive con Lelia, su mujer americana. Ella, antes de abandonarlo le ha dejado una lista en la que enumera sus "cualidades": maravilloso en la cama pero extranjero emocional, neoamericano, traidor, espía..." Fue más que suficiente para mi.

Hoy se lo recomiendo cometiendo otro error, no he terminado de leerlo, pero estoy irremediablemente atrapada. Si pueden, no se lo pierdan. Por si mi entusiasmo no es suficiente, les dejo un fragmento:

“Lo que supe al instante fue lo siguiente: sabía hablar. Al principio la tomé por alguien en exceso purista, pero pronto caí en la cuenta de que lo único que hacía era utilizar la lengua, simplemente. Pronunciar las cosas palabra por palabra. Cada letra tenía una frontera. Y yo observaba cómo su boca ancha y llena iba pasando por las frases como una figura que se deslizara por una casa oscura, deteniéndose en puntos y retazos de luz perfectamente definidos.”


Chang-Rae Lee. En lengua materna. Anagrama. Traducción de Jesús Zulaika.

05 marzo, 2012

A vueltas con el género

Estos días está de plena actualidad el llamado “lenguaje sexista” debido a la publicación por parte de la RAE de un informe que comenta las numerosas “Guías de lenguaje no sexista” publicadas estos últimos tiempos. El informe pretende poner orden en los diversos criterios pero ha sumido a los medios de comunicación en el escándalo.

Para comprender el profundo “defecto de género” del lenguaje en general, quizá debamos remontarnos al Génesis, pues según él fue Adán, y no Eva, quien dio nombre a todos los seres vivientes.

En castellano el masculino se utiliza para referirse a personas o grupos de género no determinado y también para grupos que incluyen los dos géneros. La norma del español es pues que el mundo es masculino a menos que se demuestre lo contrario.

Hasta hace poco el significado de ‘hombre’ según el Diccionario de la RAE era ‘1. Ser animado racional’ y ‘2. Varón (ser humano de sexo masculino)’, ahora a ‘ser animado racional’ se le ha añadido ‘varón o mujer’, de donde se deduce que cuando leamos que “el hombre actual tiene una esperanza de vida de 78 años” podemos suponer que se está refiriendo tanto a hombres como a mujeres. Sin embargo, siguen en vigor expresiones como ‘hombre de estado’, ‘hombre de letras’, ‘hombre al agua’ u ‘hombre de negocios’.

Una misma palabra es un elogio si se usa para un varón: querido, zorro, fulano, hombre público, un profesional… y un insulto si se usa en su forma femenina: querida, zorra, fulana, mujer pública o una profesional (recordemos el malentendido que se formó cuando el Rey se refirió a la Reina con este adjetivo). Y si algo es fantástico es “cojonudo”, pero si es aburrido es un “coñazo”.

El lenguaje se resiste a imposiciones y tiene tendencia a perpetuar la costumbre. De ahí que por mucho que las distintas guías nos insten a usar expresiones “no sexistas” algunas recomendaciones tienen, en mi opinión, pocos visos de prosperar. El lenguaje irá feminizándose según lo vaya haciendo la sociedad, a nadie extraña ya que haya juezas, doctoras o directivas, aunque “miembras” del Congreso nos ha parecido a la mayoría un poco excesivo y fuera del sentido común.

Pero consolémonos, nuestro idioma no es el único en discriminar en función del sexo, en algunas culturas las restricciones del vocabulario de la mujer con considerables. Entre los cafres del sur de África, la mujer no puede pronunciar muchos de los nombres masculinos de la familia de su esposo, y ninguna palabra que contenga alguna sílaba de aquellos nombres. Hablar se volvía tan complicado para ellas que las mujeres casadas han terminado usando un lenguaje alternativo. Ahora que lo pienso, no sé si es mucho consuelo.

PD. Totalmente de acuerdo con el artículo de Rosa Montero