28 marzo, 2007

El gámbito de la fantasía final

Estamos en una época del año en que todo jugador de videojuegos siente una alteración en la Fuerza: ¡se ha estrenado un Final Fantasy! Este año me dije que no tenía ninguna prisa por agenciarme el FFXII (sí, ya van por el duodécimo), que tenía multitud de cosas de las que preocuparme, así que aguanté la friolera de una semana antes de comprármelo. Era como tener el mono.

Ya he hablado de videojuegos antes, pero era para quejarme de una pésima y burda traducción. Ahora es todo lo contrario.

Me pasó con el X, y me ha pasado lo mismo con el XII: empiezo el juego con la misma actitud con la que empiezo todos los demás, preparado para despotricar sobre las malas traducciones y la falta de esmero, pero luego me doy cuenta de que estoy ante un nivel totalmente distinto de la disciplina. Además de la traducción en sí, la localización es impecable: el equipo de Square se las arregla para adaptar los nombres extraños y para introducir expresiones que hacen que todo suene mucho más fluido y ágil.

Un elemento básico del juego son los llamados gambits en inglés, un tipo de jugada que permite a uno programar a los personajes para que luchen solos. Cuando descubrí que en la versión castellana se había traducido el término por "gambit", me enfadé. Al fin y al cabo, en castellano ya existe "gambito", a menudo escrito y pronunciado "gámbito".

Pero entonces, justo cuando estoy pensando "Huy, de esto me voy a quejar en el blog", descubro que la tienda en la que venden gámbitos se llama "Gambitería". Me encanta. Suena genial y tiene todo el sentido del mundo. Y luego, la tienda de armaduras se llama "Coracería".

El sufijo -ería es muy productivo en castellano, tanto para tiendas (frutería, carnicería) como para nominalizaciones (majadería, chiquillería). ¿Por qué no seguir usándolo? Al fin y al cabo, se están creando tiendas que hasta hace poco no existían, así que de algún modo tendremos que empezar a llamarlas. Por ejemplo, propongo que a las tiendas como The Phone House las denominemos "movilerías".

14 marzo, 2007

Insultos con encanto: Pavitonto

Aquí en Cuida Esa Lengua ya hemos visto varias veces que los insultos con estilo son más graciosos y menos insultantes. Pongamos por ejemplo la palabra de hoy:


¿Es posible ofenderse porque alguien le llame a uno "pavitonto"? Yo me reiría. Me he reídocuando la he leído por primera vez, de hecho, en la traducción española de Tsurezuregusa , edición de Hiperión. El libro en sí, aunque es fascinante, no es para nada tan divertido como las excentricidades de Sei Shônagon. En lugar de ponerse a hacer listas de sus colores favoritos o a poner a parir a todo el mundo (un blog, en resumen) como hace la autora del Libro de la Almohada, Kenko Yoshida se dedica más a meditar sobre la existencia.

De todos modos, la traducción nos aporta esta perla que no parece usar nadie más, si uno se fía de Google. ¿Por qué la Academia no aporta etimología alguna? ¿Vendrá realmente de pavo + tonto? A mí me suena a algo que usaría Tomo de Azumanga.

08 marzo, 2007

Ojos gachones


Nunca había oído esta palabra, ni sabía que "gacha" tuviera otras acepciones que no fueran las del desayuno, pero en la traducción de las jarchas que hemos estudiado sale la expresión "ojos gachones" bastante a menudo. Mirando en Google se puede ver que por lo menos en Internet la palabra sólo se usa en plural y en gran medida modificando "ojos". Parece que se ha cristalizado en esa expresión.