¡Hasta en el fin del mundo!
San Francisco está llena de sorpresas. Algunas, como ir paseando por Fisherman's Wharf y cruzarse con una fila de turistas en Segway, son el tipo de sorpresa que, valga el oxímoron, uno casi espera encontrarse en una gran metrópolis (aunque aquí en Londres nunca funcionaría; por la acera esos cacharros atropellarían a los peatones, y por carretera desaparecerían debajo de los autobuses gigantes). Incluso después de haber montado en Segway personalmente, lo que no me esperaba es darme de bruces con una estatua dedicada a Cervantes y a Don Quijote en medio del Golden Gate Park.
La placa que había al pie tenía un nombre español y una fecha, pero sigo sin tener ni idea de cómo ha ido esta estatua a parar al parque. En internet se le puede echar un vistazo más interactivo, pero no encuentro la razón o la historia de este homenaje.
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