24 abril, 2012

Del ir y el volver












Los viajes se inician con alegría y, en mi caso al menos, se finalizan con alegría. En este paréntesis tan largo he ido y vuelto dos veces. El primero de los viajes devolvió a casa una persona más feliz, los ojos llenos de belleza, el alma crecida y la sonrisa perenne en la boca.

El segundo de los viajes, casi un viaje en el tiempo más que en la distancia, ha sido como una terapia de choque y ha devuelto a mi casa a una mujer llena de impotencia,  desgarbada  por el peso de lo visto y con los ojos irritados de tanta tierra quemada.

El que se va es distinto del que vuelve y hasta la misma realidad que se dejó es distinta cuando regresas porque tu la ves de otra manera. Siento no haberles escrito al regreso del primer viaje porque las líneas hubieran danzado solas. Ahora que todavía no he digerido el segundo, debo por fin hacer acto de presencia esperando que las palabras que desgrano aquí me eleven un poco. Algún día tendré también que hablar de la incomunicación más allá de las palabras.

No obstante, sigan viajando.             

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