06 abril, 2012

¡Ay, los tósigos!


Encontrar una palabra nueva me produce una gran alegría. Es como una sorpresa, tus ojos recorren una línea acostumbrados a lo habitual y de repente, zas, ¿qué es esto? ¡Una palabra desconocida!

Dentro de esta categoría, las mejores son las que no me suenan a nada, las que no despiertan en mi ningún eco, las que me desconciertan. A esta clase pertenece tósigo y la encuentro en este contexto: "¿Qué es esta locura de padecer tósigos y sofocos si no hay nadie que nos quiera, y tósigos y ansias cuando nos quieren?"*. Debe ser algo que se padece pero no parece solo negativo porque también nos acaece cuando nos quieren.

Veamos qué dice la Academia:

tósigo
.

(Del lat. toxĭcum, y este del gr. τοξικὸν φάρμακον, veneno para emponzoñar las flechas).
1. m. Veneno, ponzoña.
2. m. Angustia o pena grande.


Así que eso era, una angustia, una pena, un veneno. ¿No me digan que no es una palabra preciosa? Aprópiensela y suéltenla cuando menos se la espere su interlocutor. La sorpresa está asegurada.

* La cita es del libro El Tejado de Vidrio de Andrés Trapiello, Valencia, 1994.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Los clérigos son pródigos en tósigos, pues aprenden los códigos a fuerza de látigo.

Anónimo dijo...

Pues a mí, cuando lo he leído, sí que me ha evocado la palabra “atosigar”.

Gemma Torres dijo...

¡Cierto! Según Corominas: 'Atosigar, deriv de tósigo, hacia 1440'.