16 octubre, 2006

Genocidio sintáctico


Cuando vemos una atrocidad lingüística especialmente sangrante, es corriente que nos refiramos a ella como un asesinato (yo mismo lo he hecho), o algún otro tipo de agresión. Es una imagen trillada pero efectiva. Pues bien, de mano de una de las historietas de VGCats nos viene una manera creativa y muy significativa de calificar las obscenidades más violentas que se perpetran contra la lengua: "genocidio sintáctico". O sea, esto no es una única muerte a manos de un loco, un incidente aislado y anónimo. Esto es un verdadero crimen contra la humanidad a escala internacional.

Es posible que en esa brillante página haya historietas muchísimo más desternillantes que la que citamos, pero desde luego la expresión no tiene precio. Se te llena la boca de puro genio al pronunciarla, de verdad. Ahora nos toca esperar una ocasión propicia para usarla adecuadamente...

13 octubre, 2006

¡La ortografía importa!

Cuando diseñé mi logo pseudo-subversivo de "LA ORTOGRAFÍA IMPORTA" de la derecha confiaba plenamente en el lema, aunque tuviera la lengua firmemente colocada en la mejilla, como diría un anglosajón. Pero, para mi sorpresa, parece que la ortografía interesa bastante. Es más, hay un verdadero mercado para ello.

El chivatazo me lo ha dado el Semanal TV de hoy: resulta que una empresa comercializa un programa informático destinado a mejorar la ortografía del usuario.

Admito que me cuesta creerlo. Me fascina la idea de que pueda haber al menos un lingüista en alguna parte que haya cobrado dinero real por promulgar la corrección, pero aun así no puedo darle el visto bueno a este producto.

Preocuparse por la ortografía me parece vital; creo sinceramente que merece la pena tomarse un segundo extra para añadir un acento o un minuto para consultar una palabra en el diccionario, pero la solución para producir textos apropiadamente codificados en nuestro idioma no pasa por ponerse a estudiar. La ortografía no es nuestro idioma, es el código que utilizamos para registrarlo.

Si nos importa lo que decimos también debe importarnos cómo lo codificamos, pero un medio no es un fin. En cierto modo, dedicar horas al estudio exclusivo de las reglas ortográficas de cualquier idioma es como memorizar libros sobre el salto de vallas o hacer un máster en uso de destornilladores: la maestría no va a venir por ahí, sino por la práctica.

Eso es algo bueno: al leer libros y escribir lo que sea cultivamos nuestra memoria ortográfica (inciso: ¿deberíamos incluir "memoria ortográfica" en nuestra sección Adopte Una Palabra?) de la única manera que da verdaderos resultados, pero además obtenemos muchísimos más beneficios. Este "Curso práctico de ortografía" nos plantea el estudio del código como una actividad aislada que nos servirá en el futuro para producir textos, supongo, pero lo cierto es que la escritura y la lectura no son el fin de la historia, sino el principio. Fíjense si no en la descripción del producto, que incluye "motivación para la lectura". La gente necesita motivarse para matarse en el trabajo, no para leer. La lectura debe ser una actividad placentera, no una especie de obligación extraña cuyo propósito no queda muy claro.

Si de verdad valoran la importancia de la norma escrita, no la estudiarán. La pondrán en práctica, expresándose.

08 octubre, 2006

La escritura de Murasaki Shikibu

"El primer día del año Genji, como de costumbre, visitó a Su Eminencia, y luego a Su Majestad y al príncipe heredero. Tras retirarse de palacio, se encaminó a la mansión de Su Excelencia. Al margen de que fuese Año Nuevo, Su Excelencia estaba sumido en sus penosos recuerdos, y la llegada de Genji sólo consiguió hacer fracasar los esfuerzos que hacía por dominar sus emociones. Los años transcurridos parecían haberle dado a Genji más dignidad y madurez, así como una mayor apostura."

Esto que acabo de citar es un fragmento de "La Historia de Genji", de Murasaki Shikibu. La edición de Atalanta, por supuesto.

Al leer esta novela del siglo XI, en efecto la primera de la Historia, lo que más me choca es lo increíblemente moderna que es. ¡Mucho más que la gran mayoría de novelas naturalistas! Y no miro a nadie, María. Las descripciones son ágiles y sencillas, sin que nunca nos encontremos capítulos enteros dedicados a detalles irrelevantes. Hay multitud de diálogos, lo que agiliza la lectura todavía más, y los numerosos poemas breves son una delicia. Sí que es verdad que la historia, si es que hay una en sentido estricto, se desarrolla lentamente, pero el defecto que es verdaderamente mortal en otras novelas es aquí sólo una leve desventaja gracias a la expresividad de los personajes. Es posible que se preocupen por una flor que se han olvidado en algún sitio, pero en lugar de desesperarse hablan abiertamente de ello, resuelven el problema y pasan a otra cosa. ¿Cuántas tragedias hemos visto que se solucionarían del todo sólo con que el protagonista hiciera una única pregunta perfectamente razonable? Por poner un ejemplo: "¿Podría un médico confirmar la muerte de la chica esta, si no es molestia? El veneno tampoco se me va a caducar, y si se me caduca, pues ¿qué va a hacer? ¿Matarme dos veces?". Murasaki es peculiar en su actualidad; incluso critica a veces a su propio personaje.

Otra cosa que sorprende mucho, y la idea inicial de esta entrada, es que Murasaki no usa apenas nombres personales. El párrafo que he citado algo más arriba es un ejemplo representativo: Genji es el único que tiene nombre. Todos los demás son personas diferentes, pero sólo tienen título: Su Alteza, Su Majestad, Su Majestad... El capitán secretario (amigo de Genji), la mujer de la sexta avenida, la emperatriz...

Llama la atención cómo cambia nuestra percepción de un personaje cuando se nos niega su nombre, pero lo más impresionante de todo es el trabajo crítico y analítico que han debido de desempeñar los editores de la obra para registrar quién es quién en todo momento. Algunos personajes cambian de título con el tiempo, a pesar de ser la misma persona, y no puede haber sido tarea fácil descubrir que la sobrina de un ministro en el capítulo I es la sacerdotisa de algún templo diez años más tarde, por ejemplo.

Así que ya saben: leer "La historia de Genji" es un viaje en el tiempo fascinante, en gran medida gracias a la labor de muchos editores modernos.

07 octubre, 2006

La Inquisición fue una tilde

Me da muchísimo cargo de conciencia robarle una historia a Language Log, que viene a ser el Olimpo de la lingüística en Internet; al fin y al cabo, este blog no es más que una pálida pero esperanzada imitación de su genio. Pero esta vez no he podido resistirme, porque esta última historia es genial.

Una pequeña introducción. Hace poco George Bush dijo que la guerra de Irak era una coma, no un punto. Al parecer es una referencia bíblica, o algo así, que viene a decir que la guerra está bien, pero ese no es el caso. Al público le ha chocado bastante (comprensiblemente) que la guerra sea una coma, aunque hay quien ya está diseñando nuevos mapas (yo quiero uno de esos).



Si he tenido éxito, lo que hay ahí arriba es un trozo del programa de Jon Stewart en el que comenta todo el asunto de la coma y el punto. También es probable que me haya confundido con el código y en su lugar haya abierto un portal antinatural hacia una de las Dimensiones Mazmorra del Mundodisco. "¡Pero si sólo hay que copiar y pegar la dirección que ya te da YouTube!". No subestimen mi talento anti-código.

Lo que interesa, en cualquier caso, empieza más o menos a los 2 minutos 30 segundos del vídeo: Jon Stewart dice "So Iraq's a comma. Hiroshima was a semi-colon. The Spanish Inquisition was a tilde, one of those squiggly things".

Si Irak es una coma, la Inquisición fue una tilde. Si esta agudeza (yo todavía me estoy riendo con el resto del vídeo) llega a oídos hispanoparlantes, es posible que nos quejemos de que "esa cosa retorcida" que lleva la Ñ no es una tilde, que una tilde es lo que ponemos en las vocales (´). Es lo primero que se me ha ocurrido a mí, desde luego, pero no: aunque para referirse al gusanillo de la Ñ se puede utilizar el término "virgulilla", en realidad "tilde" también se puede usar para lo mismo.

Ya ven. Jon Stewart me acaba de enseñar un nuevo significado de una palabra española.

05 octubre, 2006

Enlentecer y Lentificar

¡Ave! La Madre de Todos los Resfriados y yo les saludamos con unos senos nasales especialmente congestionados. Lo cierto es que la privación de oxígeno al cerebro hace que uno vea las cosas de forma diferente. Hoy, por ejemplo, me han dado en plena calle un folleto sobre el Día Europeo de la Depresión. Me lo he leído todo, pero en mi estado mental actual no podría discernir con claridad si efectivamente el folleto habla de la depresión o de la urgencia de salvar gatitos. Lo que sí me ha llamado la atención ha sido una de las diez preguntas de la "subescala de depresión de [Ivan] Goldberg", que reza: "¿Se ha sentido usted enlentecido?".

Mi primera reacción ha sido la de exclamar (mentalmente): "¡Sí! Ahora mismo, por ejemplo, pero no precisamente por la depresión". Luego, a medida que el pensamiento se abría camino a través de la nebulosa constipada de mi mente y llegaba hasta una especie de núcleo lingüístico instintivo, se me ha ocurrido: "Un momento... ¿'enlentecido'?".

Tras unos minutos de investigación, he descubierto que no es cosa del traductor del folleto: el término "enlentecido" parece constar en todas las instancias de la prueba del doctor Goldberg. Pues sí, la palabra existe, derivada del verbo "enlentecer". Pero lo más curioso no es eso. Vamos, si quisiéramos convertir el adjetivo "lento" en verbo, pues está claro que "alentar" no iba a ser, porque ya está cogido.

Lo curioso es que si lo buscamos en el DRAE, nos remite a otro verbo de igual significado, de igual étimo, pero de diferente morfología:

Ésta sí que no me la esperaba. ¿Había oído alguien esta palabra con anterioridad? Resulta que "lento" está siendo una palabra de lo más prolífica. Es de uso general "ralentizar", pero ahora hemos descubierto "enlentecer" y "lentificar". Este último debe de ser el favorito de la Academia, porque los otros dos remiten a él sin más comentario.

Ahí es nada. Eso explica que ahora mismo no esté muy seguro de si estoy tecleando una entrada en mi blog o tocando una serenata en un piano. El resfriado no sólo nos ralentiza, también nos enlentece y lentifica.

03 octubre, 2006

Entusiasmo medieval

A nuestro profesor de Literatura 5 le fascina el dilema moral que tiene Sem Tob de Carrión entre hablar y callar: cuándo hay que meter baza, cuándo hay que guardarse lo que uno piensa, cuánto hay que decir, qué cosas es mejor ocultar... Pero a mí me ha llamado la atención este pasaje de sus Proverbios Morales:

"Non ha lança que false / todas las armaduras
nin que tanto trespase / como las escribturas:

que la saeta lança / fasta un çierto fito
e la letra alcança / de Burgos a Aíbto;

e la saeta fiere / al vivo que se siente,
e la letra conquiere / en vida e en muerte;

la saeta non llaga / sinon es al presente,
la escribtura llega / al d'allén mar absente;

de saeta defiende / a omre un escudo,
de la letra no·l puede / defender todo el mundo."


Cortesía del siglo XIV. Edición de Cátedra, p. 201.

01 octubre, 2006

Día Nacional de la Puntuación

En los Estados Unidos hay cosas muy, muy feas, y que dan algo de miedo, pero también hay muchas cosas buenas que no me importaría importar (qué ingenio, eh). Una de ellas es la extendida práctica de que los camareros te llenen el vaso de agua regularmente en los restaurantes.

Otra es el Día Nacional de la Puntuación. Me acabo de enterar de que dicha celebración fue el pasado 24 de septiembre en EE.UU. ¿Por qué no tenemos nada parecido? ¿O sí lo tenemos y nadie me ha informado? El castellano tiene puntos, comas y puntos y comas, como el inglés. En realidad, tenemos más signos de puntuación que los ingleses, gracias a los signos de exclamación e interrogación iniciales. Como sabrán, en inglés no son necesarios porque el orden de palabras ya indica nada más empezar la frase si es afirmativa o interrogativa (cf. You have taken Chinese lessons vs. Have you taken Chinese lessons?), pero como en castellano el orden de palabras no suele alterarse, estos dos signos adicionales son mucho más útiles de lo que la gente se cree ("Has aprendido chino" vs. "¿Has aprendido chino?").

En resumen, nos merecemos un Día Nacional de la Puntuación. O de la ortografía, que tampoco es plan de ponernos exigentes. Entiendo que a mucha gente la puntuación no le parece excesivamente importante (no hay más que ver el poco caso que le hacen), pero oigan, tampoco estamos pidiendo que se instaure un Día Internacional "Habla como un pirata", que también los hay.