17 febrero, 2012

Las lenguas también se mueren (1)


Las lenguas, como organismos vivos que son, no solo cambian, sino que además pueden desaparecer y de ello tenemos sobrados ejemplos en la historia de la humanidad.
El sumerio es la lengua escrita más antigua de la que se tiene noticia, sus testimonios se remontan a más de cinco mil años. Dejó de hablarse hacia el año 2000 AC, cuando fue sustituida como idioma oral por el acadio, aunque su forma escrita siguió siendo utilizada hasta el comienzo de nuestra era como vehículo de la literatura sagrada.
El acadio, la más antigua de las lenguas semíticas, era con sus dialectos asirio y babilónico, el idioma de Mesopotamia hasta que fue a su vez sustituido por el arameo entre los siglos VII y VI AC.
El babilónico continuaría usándose en su forma escrita en temas matemáticos y astronómicos, pero a comienzos de nuestra era ya había desaparecido por completo.
El hebreo, convertido en lenguaje religioso y literario desde el s. III AC (Cristo y sus apóstoles hablaban en arameo, la lengua corriente en Palestina) renació como lengua hablada durante los siglos XIX y XX, y ha pasado en la actualidad a convertirse en el idioma nacional del Estado de Israel.
Nuestro conocimiento de otras lenguas extinguidas, aunque más recientes es mucho más pobre. Del galo, por ejemplo, apenas quedan algunas inscripciones, unos cuantos topónimos y determinadas palabras recogidas en el francés, por lo que se puede afirmar que nuestra ignorancia de aquella lengua es total. Otro enigma lo constituye el ibero, que alcanzó una notable difusión en el tiempo y en el espacio, y cuyos restos arqueológicos nos han dejado muestras estimables de su cultura.

No hay comentarios: